La editorial Océano me ofreció ilustrar una biografía de Howard Phillips Lovecraft (escrita por Teo Gomez) en la que había un exhaustivo repaso a todos sus libros donde, por supuesto, se incluía un análisis de los "MITOS DE CTHULHU" y el misterioso NECRONOMICON.
¡ESTA ERA MI OPORTUNIDAD!….En mi adolescencia siempre soñé con leer este libro prohibido. Lo busqué, como un pardillo, por todas las librerías esotéricas de Barcelona, hasta que encontré un librero que se apiadó de mi inocencia y me confesó que el NECRONOMICON no existía, que era una invención literaria. Tras la decepción inicial, me vino una revelación: Si el NECRONOMICON no existía, debería existir. Si nadie lo había escrito, esta sería mi misión en la vida: escribirlo e ilustrarlo.
Ni corto ni perezoso le propuse al editor ilustrar el NECRONOMICON dentro de esta biografía de lovecraft. Llegamos a un acuerdo y aceptó .
Para afrontar esta titánica labor (ignoraba, entonces, los sufrimientos y horrores que viviría al tomar esa decisión), pedí ayuda a mis amigos Amadeu Leblansky y Emili Gil que, en aquellos tiempos, editaban el fanzine LOVECRAFT. Me pasaron toda la información y bibliografía que durante años habían conseguido recopilar.
Con todo este material en mis manos, el 11 de setiembre del 2001 empecé a dibujar monstruos, hasta que el 23 de abril del 2002, tracé la última línea, dando por finalizado el libro.
¡Ocho meses de enfermizo trabajo! Llevaba 20 años trabajando como ilustrador y jamás hubiese sospechado que este autoencargo acabaría hundiéndome en el lodo de profundas depresiones. El proceso del dibujo resultó más difícil de lo esperado. Basándome en las descripciones (o antidescripciones) que daba Lovecraft de los monstruos, a mi mente le resultaba imposible plasmarlas en una imagen, más o menos creíble, que parecieran seres reales. A base de trabajar, descubrí que, concentrándome y descendiendo a mi abismo interior, al poco rato aparecía, entre brumas, el monstruo que quería dibujar. Lo tenía allí, frente a mí, y sólo tenía que hacerle un retrato del natural. Entonces dibujaba un boceto rápido de la criatura que había visualizado fugazmente (tenía miedo de alargar la visión, era demasiado real y me encontraba en una dimensión con leyes desconocidas para mí) pasándolo después a limpio, con plumilla y tinta china, con muchas tramas, como los grabados científicos de los naturalistas del siglo XIX.
Con los meses, estos inhóspitos viajes al pozo de mi alma empezaron a remover espesas sombras que me sumieron en una atenazante congoja.
Un día vino de visita por mi estudio un amigo chamán. Sólo abrir la puerta quedó horrorizado al verme. Mi aura era oscura, cubierta de "larvas" procedentes del plano astral. Tenía que actuar rápido si no quería acabar en un manicomio, o peor aún, como acabó Abdul Al-Hazred (el árabe loco que se atrevió a escribir el "AL-AZIF"), o el doloroso final del mismísimo H.P.LOVECRAFT. Me recomendó inciarme en la magia blanca para protegerme, si quería terminar la obra sin perecer en el intento. Así lo hice, y gracias a su consejo empecé a sanar mentalmente. Ahora ya podía descender a mis infiernos con un mínimo de protección. Terminé, por fin, este catálogo de monstruos (prefiero llamarlos "seres" o "entidades ") de Lovecraft y sus seguidores. Creo que es el más completo que se ha hecho, al menos no conozco otro tan exhaustivo.